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martes, 16 de octubre de 2012

Un testimonio vivo, Juan Luis Guerra


Fue premiado en la 8ª edición de los Grammy Latino. Logró los premios a que aspiraba, y fue elegido “Persona del Año” por su dedicación a tareas humanitarias.
Juan Luis Guerra se llevó el pasado 9 de noviembre los premios a la Grabación del año, Mejor álbum de merengue, Mejor canción tropical, Álbum del año y Canción del año, todo ello por el álbum La llave de mi corazón, que mereció, además, un sexto premio a sus ingenieros de sonido.

Cristiano de los pies a la cabeza 

Sin duda alguna, el protagonista de la noche, el cantautor dominicano Juan Luis Guerra, es de fe evangélica. Fe que es vital en su vida y en su labor como compositor y cantante. Aunque, dicho sea de paso, muchas de las informaciones ofrecidas han borrado, censurado u ocultado –elijan el término que quieran– todo lo que el cantante habló de su fe, y eso que no dejó de hacerlo.

De hecho, prácticamente cada vez que acudía a la palestra a recibir los gramófonos dorados, estatuillas de los Grammy, Guerra daba las gracias públicamente a Jesús y a su esposa, sin los cuales “no podría componer mis canciones”.
– Gracias Señor, mi Salvador, gracias a todos los que han hecho posible este sueño –fue una de las frases que dijo el artista dominicano, y que han repetido las agencias en sus noticias.
En otra de las reproducidas fue igual de explícito:
– A Dios, mi Señor, a Nora, a mis hijos, Amarilis Germán, a Emy, Nana, mamá Sara y a todos los amantes de mi música. Muchas gracias República Dominicana –dijo.

Persona del año 

Además de los cinco gramófonos dorados que se llevó, Gloria Estefan lo presentó como la “Persona del Año” por la ayuda a los más necesitados de su país natal, la República Dominicana .
Guerra dedicó este premio a su país por la tragedia provocada por la tormenta Noel, que se ha cobrado la vida de cerca de ciento cincuenta personas en la isla La Española.

– Quiero que me permitan dedicar este premio a la República Dominicana. En estos últimos días hemos pasado momentos difíciles por la tormenta Noel, pero estamos llenos de fe y de esperanza. Sabemos en el Dios en que hemos confiado, Él nunca nos deja ni nos desampara, somos un pueblo fuerte y valiente y, sobre todo, una tierra llena de paz, gloria y amor. Dios bendiga la República Dominicana –dijo el cantautor. 

Fuente: Efe. Redacción: ACPress.net







jueves, 2 de agosto de 2012

Cristianos en un mundo en crisis.



“Me ha mostrado el Señor lo que es bueno y lo que pide El de mí: Hacer justicia, ser misericordioso, y caminar humildemente delante de El” Miqueas 6:8 (paráfrasis del autor).


Hambre, guerras, catástrofes, persecución, injusticia… se han convertido en parte de la vida diaria de este mundo contemporáneo. Es mas, quizá debido a los constantes reportajes en los medios de comunicación de tales eventos, la mayoría de personas parecen estar indolentes ante las crisis que nos rodean.
Me encuentro en este momento en el Medio Oriente, en un barrio de refugiados que fueron desplazados de
su país casi 40 años atrás. Las personas parecen estar ya acostumbradas a la situación: Uno puede ver en sus rostros la presión del tiempo y de las guerras continuas, y, lo que es más, la carga de la oscuridad espiritual que los acosa. Parece ser como si estuvieran resignados a una vida de crisis continua y sin esperanza. ¿Y los cristianos?, ¿qué hacen los cristiano cuando son testigos de tal estado de indolencia, desesperanza y dolor? Miqueas enfrentó esa pregunta. ¿Y qué es lo que Dios demanda de mí? Mientras que muchos líderes actuales pasan la mayoría de su tiempo en simposios y conferencias que analizan e interpretan la condición humana de sufrimiento, crisis y miseria pero sin mayor resultado, la Biblia nos llama a la acción como un acto de obediencia, testimonio y holocausto personal. Mientras que el proceso de
sensibilización ante las crisis de nuestro prójimo comienza con la oración e intercesión por aquellos que sufren, Dios también requiere de nosotros que activemos nuestra fe. He aquí el sacrificio que Dios demanda:

Hacer justicia

Dios nos pide que seamos embajadores de esperanza a nombre de aquellos que no tienen voz: La iglesia
perseguida, los huérfanos, las mujeres abusadas y abandonadas, las viudas y los pueblos oprimidos. Muchos de nosotros somos privilegiados con libertad, recursos, voz y lo más importante: La libertadora verdad de Jesucristo. Otros son intencionalmente vedados de esos privilegios y es nuestro mandato el interceder, abogar y movilizar a la iglesia y los gobiernos a nombre de aquellos que carecen de la fuente de esperanza que nosotros gozamos. Cuando Cristo vio a las multitudes, sintió compasión porque estaban oprimidas y sin esperanza, como ovejas sin pastor. Entonces dijo: La mies es mucha y los obreros pocos… (Mateo 9:35-37).


Hacer actos de misericordia

Sin embargo, para poder hablar a nombre de aquellos que enfrentan crisis, el cristiano debe poner en practica el amor y la misericordia. Es fácil hablar y abogar a nombre de otros. Pero nuestras palabras de intercesión y abogacía tienen absoluta autoridad moral cuando, como cristianos demostramos

nuestra compasión con acciones concretas que expresan el amor y el cuidado de Dios. Cuando Nehemías tuvo la carga en su corazón por los muros destruidos de Jerusalén, su intervención no se limitó a interceder por su pueblo. Nehemías fue y trabajó con el pueblo de Dios en la reconstrucción de los muros. El “hacer misericordia” nos conecta con los necesitados, nos identifica con aquellos en crisis, y nos enseña las causas reales de los problemas. Actos constantes de misericordia nos mueven a ser abogados, intercesores y voz para los que no tienen voz.

Caminar humildemente delante de Dios

La búsqueda de la justicia y los actos de misericordia pueden ser únicamente ejercicios vacíos, y aún expresiones veladas de vanagloria personal, si éstas no son enmarcadas en la persona de Jesucristo. Un
caminar humilde y continuo delante de Dios es el requisito indispensable para nuestra respuesta a aquellos que están en crisis. De esta manera, nada de lo que hagamos será hecho para nuestro honor sino para la honra de aquel que tuvo misericordia de nosotros en tiempo de angustia.Si usted desea hacer algo práctico,
comience por orar por los pueblos hambrientos alrededor nuestro y en otros continentes. Ore por la iglesia
perseguida alrededor del mundo. Interceda a nombre de los huérfanos, las viudas, las esposas abusadas, los
obreros explotados y todos aquellos que sufren. Y luego, haga algo. Por pequeño que sea, esto será bendecido en las manos de Jesucristo.

Autor: Gustavo Crooker
Tomado de El heraldo de Santidad



martes, 26 de junio de 2012

Deshacerse del estrés.



Muchas personas, luego de pasar sus vacaciones y comenzar con el año laboral nuevamente, se dan cuenta de que inician sus labores más cansadas de lo que terminaron el año anterior. ¿Cómo prevenirnos? Cómo lograr descansar en las vacaciones.

Además de caminar, correr u otras actividades físicas, debemos encontrar maneras de liberar la tensión que acumulamos cuando experimentamos estrés transitorio. A continuación ofrezco varias estrategias que encuentro muy efectivas.
Respira profundo: no sé si te ocurre lo mismo, pero a veces cuando estoy trabajando a toda velocidad o pasa algo que me amenaza con estresarme, noto que mi respiración se vuelve superficial. Otras veces parece que literalmente me olvido de respirar. Respirar profundamente puede ser la solución ideal para eliminar la tensión que puedas estar sufriendo. Te relaja porque desacelera tu ritmo cardiaco y circula oxígeno adicional a diversas partes del cuerpo. No estoy segura de cuándo lo aprendí, pero hace años que lo hago.

He aquí unas recomendaciones de cómo aprovechar esta técnica al máximo. Inhala de forma bastante ruidosa y lenta por la nariz –con la boca cerrada– mientras cuentas hasta diez. Hincha la zona del diafragma como si fuera un globo. Escucha solo tu propia respiración; debería sonar como el mar. Exhala lentamente por la boca, produciendo un sonido de seseo con los dientes apretados. Vuelve a escuchar solo tu propia respiración y toma diez segundos para exhalar. Repite el ejercicio de cinco a diez veces al día, según la cantidad de estrés que sientas.
Por razones obvias, el ejercicio debe realizarse en privado, pero si ves que necesitas hacerlo inmediatamente, hazlo sin todos los efectos sonoros, en silencio pero de forma profunda. También es un buen ejercicio para cuando te vas a dormir. Cuando lo haces con efectos sonoros puede ser un método efectivo para desacelerar una mente hiperactiva.

Aprieta una pelota o algún objeto antiestrés: vienen de diferentes formas. Tengo uno en forma de teléfono celular, otro en forma de mini calculadora y otro en forma de pelota de tenis. Para aliviar la tensión, basta con apretar lo más fuerte que puedas. Pueden encontrarse en tiendas de materiales de oficina.

Sopla un silbato: estuve en una fiesta hace poco y, como parte de la celebración, los invitados recibieron una trompeta de papel que debíamos hacer sonar en ciertos momentos del programa. Dejé mi trompetita en el auto y me olvidé completamente de ella. Poco después, estaba detrás del volante y me irrité tanto con los conductores imprudentes y pésimos que saqué la trompeta del compartimiento de la puerta y la hice sonar con todas mis fuerzas. ¡Qué alivio! Por supuesto que las ventanas estaban subidas y nadie me oyó. Cualquier silbato puede funcionar en estos casos, así que quizá quieras tener uno a mano.

Canta: cuando Pablo y Silas fueron encarcelados por predicar el evangelio, decidieron cantar. "A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban" (Hechos 16:25). He descubierto que una canción de alabanza me lleva a la misma presencia de Dios e inunda mi alma de paz.

Date un masaje: aprende tú mismo a masajear las zonas tensas del cuerpo. Si no te resulta fácil llegar a tus hombros y nuca, coloca una pelota de tenis dentro de una media larga, y apóyate contra ella en la pared mientras sujetas la punta de la media en tu mano. Puedes controlar la intensidad de la presión por cuán fuerte presionas contra la pared. Eso también funciona muy bien en la parte baja de la espalda.

Estas son algunas de las estrategias positivas que puedes implementar en vez de tamborilear con los dedos, quejarte y perder el tiempo con otros hábitos irritantes.

Cuida tu ambiente
¿Has tenido ocasión de estar con alguien que emana paz, no importa la situación en su entorno o en su vida? Una ex compañera de trabajo, a la que llamaré Susana, sufrió maltrato doméstico a manos de su esposo alcohólico durante más de veinticinco años antes de abandonarlo. Durante ese tiempo, perdió dos de sus cinco hijos en muertes violentas, superó un cáncer de mama y sufrió una multitud de problemas durísimos.

Cuando la conocí, me impresionó el hecho de que nada parecía turbarla. Susana jamás se quejaba de problemas pequeños, como la fotocopiadora averiada, el frío que hacía o incluso su carga de trabajo como gerente de oficina. Era la personificación misma de la paz, y era evidente que no iba a permitir que nadie se la quitara. Establecía el tono del ambiente a su alrededor sin importar dónde estuviera.
¿Y qué hay de ti? ¿Cuánta paz muestras tener? Empecemos con tu vida laboral. ¿Cómo reaccionas ante los retos del día a día en tu lugar de trabajo? ¿Estás siempre nervioso o quejándote? ¿Qué apariencia tiene tu área de trabajo? ¿Estás pulcro y ordenado, o tienes montañas de papeles por todos lados? Yo no creo estar obsesionada por la limpieza, pero encuentro que tengo más tranquilidad cuando no estoy rodeada de objetos fuera de su sitio. El desorden puede traer distracción mental y generar estrés.

Si tu oficina está desordenada o trabajas en la misma zona con personas desordenadas, quizá necesites trabajar en una sala de conferencias u otra zona si tienes un proyecto urgente. De no ser posible, intenta recoger los papeles con una goma elástica y ponerlos fuera de vista mientras trabajas con un proyecto a la vez. Procura tener las mesas de cristal sin manchas. Las plantas deben estar bien podadas y libres de hojas amarillentas o muertas. Ver desorden puede socavar tu tranquilidad de forma subconsciente.

¿Y qué de tu comportamiento general? ¿Estás siempre enfadado por los errores de los "tontos" o "imbéciles"? ¿Has aprendido a no alterarte por tonterías? ¿Te has puesto a pensar que das un mal testimonio cuando en tu vida no reflejas paz, un fruto del Espíritu? "En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas" (Gálatas 5:22-23).

¿Qué sucede con tu viaje cada día al trabajo? ¿Entras a tu auto decidido a mantener un ambiente tranquilo sin importar qué situaciones encuentres en el camino? ¿Cuándo fue la última vez que oraste por un conductor malo o desconsiderado a quien realmente deseabas darle un viaje anticipado a su destino eterno? ¿Has considerado que quizá tú seas el único intercesor que esa persona tendrá hoy? ¿Creas un ambiente de orden en el interior de tu auto, manteniendo los asientos y las alfombras libres de objetos? ¿Escuchas música relajante? La música apropiada puede ser una importante fuente de paz en cualquier entorno.

Cuando el rey Saúl se vio atormentado por un espíritu maligno, sus siervos le dijeron: "Así que ordene Su Majestad a estos siervos suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando lo ataque el espíritu maligno de parte de Dios, el músico tocará, y Su Majestad se sentirá mejor" (1 Samuel 16:16).

Con respecto a tu entorno doméstico, voy a suponer que, independientemente de lo que ocurra fuera, tu hogar es tu refugio y defiendes su paz con todas tus fuerzas. Llenas su ambiente a diario de oración, comunicas efectivamente, no actúas de forma egoísta ni insistes en lo que tú quieres, y junto con tu familia permites que "gobierne en sus corazones la paz de Cristo" (Colosenses 3:15).

Si de hecho eres todo un modelo de paz, tienes la felicidad necesaria al permitir que el Espíritu Santo lleve a cabo su labor. Sigue en el mismo camino. Continúa brillando para que otros te vean y anhelen una relación con nuestro Señor.
 "La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden" (Juan 14:27). 

Tomado del libro: Controla tu estrés en 30 días de Portavoz
Deborah Smith Pegues


viernes, 15 de junio de 2012

Queremos compartir este vídeo con ustedes, la verdad una obra muy interesante para presentar al aire libre y evangelizar, no es muy larga y tiene un mensaje muy claro y fuerte.

Los invitamos a verlo juntos.


jueves, 7 de junio de 2012

Por la gracia de Cristo Jesús somos salvos. Hechos 15:11


En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo. (1 Juan 4: 9)

El Señor Jesús sufrió en nuestro lugar la cólera de Dios contra el pecado. Bajó a esta tierra para morir en el madero maldito; por su muerte abrió las fuentes eternas del amor de Dios para que éste pudiera ser derramado en los corazones de unos pobres pecadores. Sólo una firme confianza en el amor de Dios y el gozo infantil de este amor pueden conducir a un pecador a un estado de verdadera santidad.

Al atacar al hombre inocente, Adán, el primer esfuerzo de Satanás tuvo como objetivo quebrantar su confianza en el amor de Dios, para que estuviese descontento con la posición en que Dios lo había colocado (Génesis 3:1-7).

La caída del hombre fue la consecuencia de su duda con respecto al amor de Dios. Por lo tanto, la salvación del hombre debe resultar de su fe en este amor, porque el propio Hijo de Dios dijo: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). El apóstol Pablo escribió: “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Como Hijo de Dios enviado por el Padre, él era el don y la expresión perfecta del amor de Dios por un mundo que perecía, “porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6).

La presencia del Señor Jesús en la tierra era la expresión del supremo amor de Dios para nosotros.

Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía. (Números 21:9)

El Salvador tuvo que ser elevado en la cruz, en sacrificio por el pecado. El amor divino no pudo actuar de otro modo para satisfacer al mismo tiempo Su justicia y las necesidades del pecador perdido: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14). Ese versículo nos hace recordar el relato de Números 21:4-9.

Cada ser humano sin excepción ha sido alcanzado por la mordedura mortal de la serpiente; pero Dios preparó el remedio: Cristo, quien murió en la cruz. Ahora, por el Espíritu Santo, Dios llama a todos aquellos que reconocen haber sido “mordidos” (que son conscientes de que están perdidos) a mirar a Jesús, para tener la vida y la paz. Por medio de él se puede obtener una salvación perfecta y gratuita, una salvación que está en armonía con los derechos de Dios y contra la cual Satanás no puede alegar nada.

Finalmente, la resurrección es la garantía del valor de la obra cumplida en la cruz. En cuanto al pecado, el creyente puede gozar del más perfecto reposo. Dios tiene su complacencia en Jesús; y como los creyentes están identificados con él, Dios también tiene su agrado en ellos. La sangre de Jesucristo ha limpiado cada mancha, ha borrado toda falta. Y la santidad de Dios, que no tolera ningún pecado, ha sido plenamente satisfecha. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).

lunes, 4 de junio de 2012

En la zona de descarga dejamos algunos recursos para los músicos que nos siguen en el blogger.
un gran abrazo para todos.


martes, 29 de mayo de 2012

La clase de santidad que quiero tener / Por Lucas Leys


A fines de los noventa, en Estados Unidos se puso de moda entre los cristianos llevar brazaletes, llaveros y ropa con la inscripción W.W.J.D que son las iniciales de las palabras en inglés de la siguiente pregunta, traducida al español: ¿Qué haría Jesús? 

En una ocasión, me invitaron a predicar en un evento multitudinario donde el lema del encuentro era aquella sigla. Los que hablaron antes que yo se refirieron a la santidad y recomendaron a los jóvenes pensar muy bien antes de hacer algo malo y les advirtieron que hacer lo que no agrada a Dios trae consecuencias. Los jóvenes escuchaban con las cabezas gachas y algunos lloraban. Se respiraba un clima de tensión y vergüenza. Mientras oraba con los ojos abiertos, esperando mi turno, el Señor me indicó: Hasta este momento, se ha hablado como si la pregunta fuera ´¿Qué cosas NO haría Jesús?´, en lugar de preguntar qué cosas sí hubiera hecho. Cuando me tocó hablar, leí el pasaje en Lucas donde el propio Jesús anuncia con qué misión había venido a la tierra:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar las buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Lucas 4.18-19.

Acto seguido hablé de lo que Sí hizo Jesús y lo que quiere hacer hoy en la tierra a través de la nueva generación. Hablamos de transformar la sociedad, de impacto, de amor y de sacrificio. Al terminar, el entusiasmo entre los jóvenes era evidente.

Pecados de acción y pecados de omisión

Es una lástima que la iglesia haya enfatizado por tanto tiempo sólo lo que no deben hacer los cristianos, lo que llamamos pecados de acción. Poco se ha enseñado sobre los pecados de omisión, que son aquellos pecados que tienen que ver con lo que no hacemos. Si hacemos una lista de los pecados de acción, de las cosas malas que no debemos hacer, la lista es larga como papel higiénico. Si anotamos los pecados de omisión, es decir, las cosas que deberíamos hacer y no hacemos, apenas recordamos unos cuantos: diezmar, orar, leer la Biblia, ir a la iglesia y obedecer a los padres. Estas son cosas esenciales, sin duda. Pero, ¿ahí termina lo que el cristiano debiera estar haciendo? ¿Qué haría Jesús en nuestro medio?

Estoy convencido de que hacer la obra de Cristo contribuye enormemente a nuestra santificación; cuando empiezo a hacer lo que hizo Jesús, tengo mucho menos tiempo para hacer aquellas cosas que no debería hacer y que Jesús nunca hizo. Cuando empiezo a quedarme, a no hacer lo que Dios quiere que esté haciendo, es fácil que la tentación me encuentre ´disponible´. Eso fue lo que le pasó a David.

Vayamos algunos años más adelante, mucho después de su valiente enfrentamiento con Goliat. El capítulo 11 de 2 Samuel relata que David tenía que salir en campaña contra los enemigos del pueblo de Dios, pero se quedó. El rey tendría que haber ido con el ejército pero se quedó muy cómodo en el palacio de Jerusalén mirando la tele. Una tarde (!) al levantarse de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio y desde allí vio a una mujer muy hermosa que se estaba bañando. Primero la miró con un ojo, luego con dos y después le sacó una foto. Hizo que la trajeran y, aprovechándose de ser el rey y de que el esposo de la mujer no estaba, se acostó con ella. Una vergüenza para un hombre que conocía tanto de Dios.

Pero, ¿dónde había empezado todo? David no estaba donde tenía que estar. Estaba perdiendo el tiempo en el palacio en vez de estar haciendo lo que Dios quería que hiciera.

Dios quiere hijos santos. La santidad es la belleza de la cristiana y el cristiano. Por ser la santidad justamente un reflejo de la hermosura del carácter de Cristo en nuestra vida, somos santos cuando hacemos lo que Cristo hizo. Es lamentable ver cristianos que piensan que ser santo es no fumar, no tomar, no bailar ni decir malas palabras. Esas características son una mínima expresión de lo que es la santidad. La persona santa es feliz porque está haciendo la voluntad de papá Dios, que es ´agradable y perfecta´ (Romanos 12.2). La madre Teresa de Calcuta fue santa, Martin Luther King, Martín Lutero y Hudson Taylor fueron santos, como todos aquellos que de todo corazón se entregan a hacer lo que Dios les pide y eso los hace parecerse cada vez más a Jesús.

Dios quiere algo más que solo no nos metamos en problemas con los cristianos a nuestro alrededor. Él quiere un corazón obediente y una fe total. Él está más interesado en el corazón de sus hijos que en sus habilidades y conocimientos. Quiere vidas a prueba de pruebas. Quiere cristianos que mantengan el gozo y la esperanza en las dificultades; que conserven la paz y el dominio propio en medio de las tensiones. Dios quiere algo más que carisma y popularidad; él está buscando verdadera santidad. Esa que tiene que ver con la pureza de corazón y de la que podemos conversar en voz baja solo ÉL y nosotros. Santidad que tiene que ver con lo que en nuestro lugar hubiese hecho el Santo.

Yo quiero alejarme de aquellas cosas que ofenden a mi Señor. Pero también no quiero ofenderlo al no hacer lo que me pide

lunes, 28 de mayo de 2012

Justificados


Dios es el que justifica.
Romanos 8:33

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.
Romanos 3:24




Job, un creyente del Antiguo Testamento, hizo esta pregunta: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?” (Job 9:2). Veamos la terrible respuesta de Dios: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). “Por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16). Entonces, ¿no hay esperanza?
La única esperanza es el amor de Dios. “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9). Lo que el hombre nunca pudo hacer, Dios lo hizo con un sustituto: Jesús tomó el lugar de los culpables, llevó el castigo de nuestros pecados. Entonces Dios es justo, no sólo al perdonar los pecados, sino al declarar justo a aquel que cree (Romanos 3:22). La justicia de Dios fue tan perfectamente satisfecha por la sangre de Cristo, que ya nada más se le reclamará al creyente respecto al pecado.

La consecuencia es la paz con Dios, un acceso abierto hasta él, un gozo que nada ni nadie nos podrá quitar (Romanos 5:1) y el deseo de glorificar a Dios en nuestra vida. Para el creyente, esta maravillosa verdad de la justificación puede resumirse de la siguiente manera:

– Esta justicia es de Dios (Romanos 8:33).
– Es dada gratuitamente por su gracia (3:24).
– Su precio es la sangre de su Hijo (5:9).
– Me es otorgada por la fe (3:25, 28).
– Mi conducta debe mostrarlo (Santiago 2:24).

Santificados

El mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 5:23



El verbo santificar significa «poner aparte». Para el creyente, esta santificación reviste tres aspectos:


– La santificación inicial define el estado de todo creyente. Mediante su fe en la obra de Jesús en la cruz, el creyente forma parte de la familia de Dios, sea cual sea su nivel de conocimiento espiritual. Esta puesta aparte es, pues, el privilegio de todos los creyentes. Es definitiva y eterna: “Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:10, 14).


– El segundo aspecto de la santificación es creer lo que soy –santificado por la obra de Cristo– y aplicarlo a mi vida cotidiana. El creyente se separa del mal y busca el bien. Nunca llegará a la perfección en la tierra (a un estado sin pecado), pero siempre debe encaminarse hacia ese objetivo. Esta separación tiene lugar cuando pone en práctica las enseñanzas de la Palabra de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo y mirando hacia Cristo, quien nos santifica (Juan 17:17, 19). Es responsabilidad del creyente purificarse del mal en vista de esta santificación diaria. Involucra tanto al cuerpo como al alma y al espíritu (2 Corintios 7:1).


– La santificación final está relacionada con la condición del creyente en el cielo, donde será semejante a Cristo (1 Juan 3:2), totalmente liberado del pecado y separado para Dios.


Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

jueves, 24 de mayo de 2012

Lavados

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio… Vuélveme el gozo de tu salvación.
Salmo 51:10,12





En el evangelio según Juan (13:1-11) Jesús, en la víspera de su crucifixión, lavó los pies de sus discípulos. En Oriente, usar sandalias obligaba a las personas a lavarse los pies muy a menudo. Esta tarea generalmente correspondía a un esclavo, pero aquí Jesús, el Hijo de Dios, tomó el lugar del esclavo. ¡Qué humillación! ¡Qué signo de amor! Cuando le llegó el turno a Pedro, éste se negó a dejarse lavar los pies, pero luego, conmovido por la gracia de Jesús, le dijo: “Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza” (v. 9). Jesús le respondió: “El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio” (v. 10).
El que ha sido alcanzado por el amor del Señor Jesús, quien ha creído y ha sido lavado de sus pecados en Su sangre (Apocalipsis 1:5), tiene todo el cuerpo limpio. La sangre de Cristo, derramada en la cruz, es la que salva al pecador y lo lleva a él. Este único acto fue cumplido una vez para siempre. Jesús ha “efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo” (Hebreos 1:3).


Pero el lavado de los pies es necesario durante todo el andar del cristiano. Sea consciente o no, está en contacto con el mundo y manchado por el mal. Necesita ser purificado constantemente. Cuando la Palabra de Dios (simbolizada por el agua) es escuchada y leída atentamente, nos purifica mediante su mensaje. Ella lava, reaviva la conciencia y purifica nuestro corazón; de ahí la necesidad de leer la Biblia y estudiarla cuidadosamente en oración.
(Mañana continuará)

lunes, 21 de mayo de 2012

Después de mucho tiempo volveremos a encontrarnos...

Será un gusto observar juntos la obra de Dios en marcha

Hasta pronto